Silvia Prietro. ¿Quién habla? Silvia Prietro.

“El día que cumplí veintisiete años decidí que mi vida iba a cambiar. A la mañana muy temprano, metí toda la ropa que tenía en una bolsa y la llevé al laverrap. Al mediodía conseguí trabajo en un bar. Estaba completamente decidida: ya nada iba a ser como antes”.

Sí a los personajes zombificados. A los que nos sabemos qué les pasa. Sí al principio, no principio de la causalidad, al tono neutro, a la falta de expresión, al tono monocorde y a la libre asociación de las escenas en la que estos personajes hacen como que se mueven. Sí al recorrido del saco Armani amarillo, a los colores saturados, al canario que no canta, a los pollos trozados en mil partes, a la promoción de detergente, al "culo de botella", al "estaba harto de ser rubio", "me encanta el olor a naftalina".

Por todos los sí, Silvia Prietro nunca será una más en la guía de nombres de nuestro cine.